La ciudad –Capital de Invenio.
En la ciudad-capital del planeta Invenio, entre multitud de luces artificiales, vehículos aéreos de diversas formas, cruzan los cielos, como una laboriosa maraña de insectos metálicos, zumbando alrededor de un panal de miel. Mega trenes de alta velocidad, atraviesan algunos edificios, internándose después en las profundidades de la tierra. Forman una amplia red subterránea de frenética actividad, con la incesante entrada y salida de materias primas para los sectores de servicios, en labores de reposición de géneros, alimentos, piezas de recambio, empleados y supervisores en los turnos de relevo, productos pesados para fabricas automatizadas de toda clase, textiles, de alta precisión, cibernética, computadoras, astrofísica, transporte y drogas sintéticas, en definitiva una extensa gama de productos, placeres y servicios, para el que puede pagarlos.
Se pueden utilizar otra clase de monedas, para remunerar determinados tipos de trabajos, las intrigas abundan también en los entramados de las diferentes esferas de poder de Invenio, el poder puede tener muchas caras, Invenio es una más.
Entre su enmarañado gentío, los negocios atraen a una gran variedad de especies, entre ellos, algunos ejecutivos van acompañados por espectaculares damiselas, comúnmente conocidas como Damsas (princesas del placer), muchas de ellas son utilizadas como instrumentos para el espionaje industrial o político.
Su forma de vida capitalizada hasta el extremo condiciona tu forma de actuar, vivir y pensar. Si querías luz natural, tenías que pagar por ello, si querías zonas verdes para tus hijos, tenías que pagar por ello, si querías agua limpia, oxigeno puro, tenías que pagar por ello, si querías intimidad y libertad, tenías que pagar por ello o morir. Desde luego, dando a entender, que existen muchas maneras de matar, muchas maneras de morir y muchas maneras de sobrevivir.
Multitud de razas, de la más variopinta índole y condición social pululan por doquier como en todo emporio comercial, bajo un cielo ennegrecido por la contaminación, un brillante ajetreo nocturno cubre su espacio aéreo, con grandes cargueros posándose en los muelles de descarga, cuyos empleados no cesan de trabajar, con las entradas y salidas de cajones precintados, contenedores y mega-cajas de transporte, sostenidos por obreros ataviados con exoesqueletos de carga, los cuales laboriosamente los descargan con sus enormes pinzas giratorias de sujeción, emitiendo el característico sonido metálico de sus engranajes y pesados pasos de mamut.
La creación de grandes regiones urbanas, de más de cien millones de habitantes es algo normal en Invenio, formándose grandes conglomerados de rascacielos. Como contrapartida de estos ingentes cúmulos de ruido y masificación, se oculta un submundo, una desgarradora miseria sin esperanza.
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